A principios de año, las empresas, las organizaciones, las administraciones, las familias, las personas, todos se enfocan en ver el futuro del año. Algunos tienen planes de negocio a cinco años en curso y deben intentar cumplir los siguientes pasos. Otros han estado pensando recientemente cuáles serían los objetivos para 2024 y comienzan a hacer el camino para alcanzarlos. También hay quienes simplemente desbloquean presupuestos congelados a final de año porque en el nuevo ejercicio tienen libertad para obtener más recursos o endeudarse.
El futuro cercano vuelve a empezar y, sin darnos cuenta, ya hemos superado enero. Como en la Universidad se sigue el calendario académico, el comienzo de año es época de exámenes y de apenas comenzar a pensar en cómo planificar el próximo curso.
¿Qué es el futuro? Podemos responder de muchas maneras. Partimos de que el futuro es una fuente de incertidumbres porque no sabemos cómo será. Algunas incertidumbres son muy poco controlables a nivel individual y nos afectan directa o indirectamente. Así que, poco podemos hacer más allá de modificar pequeños comportamientos individuales. Actualmente, hay muchas incertidumbres en la geopolítica y en conflictos entre países en diferentes zonas del mundo por cuestiones de territorio e ideológicas.
También nos afecta todo lo relacionado con el cambio climático que pronto activará ciertos niveles de restricciones domésticas en el uso y consumo de agua, si no empieza a llover a cántaros muy pronto. Las previsiones y los planes se hacen para reducir las consecuencias de las incertidumbres, como el miedo, el exceso de protección, la sobre actividad o la parálisis motivada por los dudas.
Los planes tienen tres posibles enfoques según las circunstancias de cada uno: crecimiento, mantenimiento, repliegue. Las empresas se enfocan al crecimiento. Pero cada vez hay más voces que ponen en duda el crecimiento. El mito de crecer para ser mejor se rompe. ¿Qué significa ser mejor? ¿Crecer es una "excusa" para conseguir economías de escala y favorecer la desaparición de la competencia que, aunque se especialice, no puede competir en costos?
No sorprende que la Comisión Europea investigue a Amazon por la compra por 1.700 millones de dólares de iRobot (fabricante de las aspiradoras Roomba). Parece que Amazon pretende combinar el comportamiento del robot aspirador con la información registrada por Alexa, lo que significa una ventaja competitiva y contraria a las prácticas antimonopolio.
El crecimiento basado en la eficiencia y la digitalización parece infinito. ¿Dónde está el límite? La sostenibilidad puede ser un motivo que impulse frenar el crecimiento cuando claramente tiene impacto en el cambio climático. La sostenibilidad no es, sin embargo, la razón esencial de quienes promueven el decrecimiento. Decrecer es el concepto que promueve la transición hacia un modelo económico más equitativo y más sostenible, rompiendo el paradigma del futuro basado en el crecimiento económico, proponiendo alternativas para equilibrar entre el bienestar, la felicidad y el entorno cercano. Los enfoques de Capitalismo Consciente de John Mackey y Raj Sisodia o de la economía del bien común de Christian Felber no sirven para blanquear el enfoque del crecimiento cuando el cambio climático se acelera y cuando la percepción sobre el futuro da un grado de incertidumbre muy alto. John, de la economía del bien común, vendió Whole Foods, su empresa de supermercados ecológicos, a Amazon en 2017 por 13.700 millones de dólares. Sin perjudicar demasiado la esencia de la empresa detallista de productos frescos, Amazon ha podido aprender de la venta física e incorporarla a sus actividades comerciales y ha seguido creciendo.
El 62% de los consumidores dice que compra marca de distribuidor por culpa de la inflación. En el comportamiento del consumidor actual pesan más las incertidumbres priorizando el precio, excepto cuando se trata de compra capricho. Tal vez por eso Carrefour anuncia en Francia que deja de vender productos de Pepsi porque no bajan precios.
Después del confinamiento y tras la inflación, los precios y los tipos de interés tienden a frenar mientras que la ocupación sube. Por eso se escuchan voces de que el año 2024 irá bien, con el permiso de la geopolítica y el cambio climático. Nos gustará verlo.
Gabriel Izard Granados